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lunes, 23 de julio de 2012

MÁS EMOCIONES YA NO CABEN JUNTAS…

 DIA 2 DE JULIO (LUNES)    Deba – Bilbao    102 km

MÁS EMOCIONES YA NO CABEN JUNTAS…

Desayuno en Deba y repaso a la prensa deportiva… ¡¡¡QUÉ GOZADA!!!. Salimos no por el camino oficial que es durísimo sino dando un rodeo por la costa. Bellísimos acantilados, vistas espectaculares, costa quebrada con frecuentes subidas y bajadas pero soportable. Y más cuando ves Mutriku u Ondárroa. Preciosos puertos, preciosas ciudades. Llama la atención poderosamente los puertos naturales tan hermosos y espectaculares de esta costa cantábrica. Son bellísimos, muy bien conservados. Se nota el amor hacia la tradición del pueblo vasco. Igual ocurre con los caseríos, los campos… todos son de postal.

Después seguimos por carretera hasta Markina y visitamos un caserío antiguo donde una señora de 82 añitos se afanaba con la azada en su huerta. ¡¡Qué agilidad!! El sitio era de cuento, junto a un río, con una ermita, un caserío antiguo y sin modernizar, la señora ama vasca cuidando del huerto… Hablamos con ella un rato y me quedé con las ganas de que me enseñara la casa, seguro que hubiera sido una bonita experiencia.
Pasado Markina cogimos por una carretera secundaria hasta Bolívar, la patria de los padres del libertador de América. Es un pequeño pueblo con una casa museo, el busto del libertador, … y los restos (escenario incluido) de otra fiesta proetarra. El acuarios está complicado de pillar por aquí, así que cocacola. Fotitos y en tres kilómetros uno de los platos fuertes del día… MONASTERIO DE ZANARRUZA. Carreterita entre paisaje bucólico y subidón… primero de una cuesta donde había que apretar el culo con ganas… luego subidón al ver el monasterio. Precioso, acogedor, entrañable… Creo que es de la orden cisterciense y nos atendió un fraile que nos selló las credenciales, nos indicó el camino y nos dejó visitar la iglesia. Hubiera sido un magnífico sitio para haberse hospedado porque tienen albergue de peregrinos pero llevábamos muy pocos kilómetros. El sitio es bucólico, rodeado de bosques y prados, encima de una colina con vistas espectaculares. Nos encontramos a un cordobés… que había encontrado una letona (he dicho letona, con l y no con t) y había decidido quedarse ese día allí… ¡¡YO TAMBIÉN LO HUBIERA HECHO!! ¡¡QUÉ LETONA, PAISANO!!

Cogimos una senda preciosa para seguir el camino, tuvimos que bajarnos algunas veces pero merecía la pena. Luego tuvimos que sortear un tronco que entorpecía el camino y subir las bicis por encima. Alguno aprovechó para ensayar para el Circo del sol, era… efectivamente, el superabuelo Suraña y el número de mira como me pongo de tieso encima del tronco… ¡¡ESTE TÍO ES LA P…!!

Después error de elección de camino. De aquí a Guernika era casi todo descenso pero tras coger una pista asfaltada estupenda de golpe se terminó en un caserío y hubo que coger a través de una senda infernar infectada de Charlis… parecíamos Rambo en Vietnam… zarzas, piedras, las bicis a rastras con los frenos pisados pa no matarnos… casi dos kilómetros de aventura en descenso… pa haberse matao. Eso si, yo disfrutando a ratos, eso es aventura pura y dura.

Guernika merece una visita más detallada. Es muy bonita toda la ciudad pero especialmente emocionante la visita al árbol, el símbolo de esta tierra. Pensar en los momentos históricos que ha vivido, entrar en la historia. La casa de juntas, espectacular, abierta a todo el mundo, con una sala de reuniones donde se respira la historia con mayúsculas, con un salón que tiene una vidriera en el techo que es impresionante… un sitio muy emotivo. Visitamos el mercado y vivimos el ambiente de la ciudad. Es el mejor sitio para conocer una ciudad, su mercado y los alrededores, donde vive la gente, donde todo se cuece. Preguntamos y nos indicaron un sitio para comer: El Abuelo. Comida casera, de menú, regentada por parroquianos y trabajadores. 10 € y magnífico menú. Me comí unas pochas estupendas, servidas en sopera: “¡¡pa que te jartes, mulo!!” parecía decir la camarera. Luego un rabo de toro en salsa de fábula. Tarta de queso y vino con casera. Las camareras merecen capítulo aparte. Comienzo diciendo que la gente no viene aquí por las camareras… os lo aseguro. Imaginad que sacáis dos muertos de no muchos días de la tumba, las desempolváis un poco y las colocáis a servir las mesas… pues eso. ¡ah, con un poquito de mala leche por haberlas privado de su merecido descanso! Les faltó una escoba para echarnos nada más terminar… pero nosotros nos reímos de todo y nos lo pasamos en grande con el espectáculo. Una hasta con la mano escayolada… no daba bandazos y mandaba… Otra como con una careta puesta… Yo creo que el local, allá por el siglo XIX, venía ya con las mismas camareras. Eso si, comer, de fábula.

Después vino lo malo del día. Malo porque la gente estaba un poco tocada y decidimos coger carretera en vez de camino. La primera parte bien pero luego hasta llegar a Bilbao había demasiado tráfico y fue desagradable, muy desagradable. A pesar de todo hay multitud de ciclistas circulando por esta carretera pero después de la tranquilidad de las horas previas esta carretera estresa mucho. Contra eso… velocidad y quitarla de en medio lo más pronto posible. Eso si, la bici del “niño” comienza a sonar extraña, con unos chirridos… creíamos que era la rodilla del superabuelo pero no, era el eje de atrás de la bici. Entramos por el barrio de Begoña y visitamos la iglesia, magnífica. ¿Y quién se volvió a perder? El Baena. Tiró una cuesta para arriba mientras nosotros nos desviamos para el centro, donde está el ayuntamiento. Él diría, ¡¡QUE BIEN VOY, ESTOS NO ME SIGUEN!! Apareció en la otra punta de Bilbao y otro rato a esperar. El albergue de Bilbao está… a tomar por c... en la otra punta de la ciudad y en el monte más alto que hay. ¡¡QUÉ CUESTAS!! Encima la gente no se aclaraba… y la bici del niño dijo hasta aquí hemos llegado. Hubo que cargar con ella a la rastra. Llegamos hechos unos zorros… pero con  unas vistas… Ducha, vamos para ver Bilbao. Veremos qué hacemos con la bici mañana.
¡¡Qué espectáculo el Guguemhein!! Fotos a punta pala, el perro ¿Toby? Con flores… y luego caminata para el barrio viejo. Antes pasamos por el estadio de San Mamés, que es feo como para no pararse ni a echarle una foto. El taxista que nos bajó era como Fernando Alonso pero en rápido. Eso si que descarga adrenalina y no bajar con la bici y las alforjas a 55 km/h por un camino… Me defraudó el casco viejo, yo esperaba más ambiente, más bares con pintxos, pintxos más espectaculares… no sé, estuvimos en tres y casi no vimos más… encima se nos hizo muy tarde y el Baena y su responsabilidad nos hizo volver antes de las diez…porque cerraban el albergue… Si rápido era el taxista que nos bajó… el que nos subió era Speedi González de los taxis de Bilbao. ¡¡Qué tío!! Acelerones, cambios de carril, frenazos… Si lo hubiera seguido la policía le quitan la licencia antes del segundo semáforo. El albergue está en una zona… para no andar mucho por la noche. Los niños echándole cojones al taxista, cruzando la callecita estrechísima saliendo de las casas sin acera… yo le decía, tu no te pares pase lo que pase… Benditos taxistas.
Eso si, Bilbao merece una visita más detallada y tranquila. Es una ciudad muy espectacular.





























































































Buenas noches que mañana tenemos numerito de reparación de bici.

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