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martes, 24 de julio de 2012

Y EN MEDIO DE TANTA BELLEZA SU CUERPO DIJO HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO …


DIA 10 DE JULIO (MARTESAbadín – Sobrado dos Monxes   76 km

Y EN MEDIO DE TANTA BELLEZA SU CUERPO DIJO HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO …

Después de tanta carretera del día anterior el niño y yo decidimos coger camino y corredoiras. Manolo iba justo y solo quería rodar y acabar como sea. El suoerabuelo seguía en su línea y solo quiere llegar a Santiago, una muesca más en el revólver.
Las corredoiras gallegas son preciosas, para vivirlas intensamente. En cualquier lugar aparece lo genuino de Galicia, lo genuino del camino, lugares maravillosos por su naturalidad, su simpleza, su autenticidad, su historia, sus gente viviendo como hace décadas.. Una vida sencilla y auténtica, tal vez abocada a su fin por ausencia de relevo generacional pero que el día que se pierda será una verdadera lástima.
Mucha gente emigra de estas zonas rurales para buscar ¿mejor vida? En una ciudad donde se morirá pagando hipotecas y temiendo constantemente con el despido no poder pagarla, esclavo de un trabajo mal pagado y que llega a lo justo para vivir… Más o menos como en las zonas rurales pero esto es suyo, es auténtico, es verdadero. No sé, seguro que muchos deberán volver a planteárselo y volver a la tierra, al origen, a su cultura de siglos. Eso si conseguimos que los políticos y los aprovechados que explotan al campo (sea agricultor o ganadero) les dejan un margen para poder vivir decentemente.

Pasamos por sitios preciosos pero sobre todo por el puente que hay en las fotos, puente de Martiñán. Había un merendero junto al puente y un arroyo que lo cruza, aguas cristalinas y tranquilas, paz, las fotos de postal del puente reflejado en le agua. Un sitio hermosísimo del que disfrutamos largo rato. Después recorrimos sendas embarradas, esperamos a las vacas que cruzaban el camino, vimos cruceiros y campos, prados y bosques dende deben habitar todas las criaturas mitológicas. Acabamos en Goiriz, que cuenta con un de los variados cementerios góticos que hay por la zona, un espectáculo a pesar de ser lo que es.

Luego nos esperaba Baamonde, donde había 12 grados a las 12 de la mañana y estaba amenazante la lluvia que caía intermitentemente. Allí repusimos fuerzas y visitamos la preciosa iglesia que tiene varios siglos. Pero apareció el ángel del camino, un vecino que lleva allí viviendo toda su vida y nos enseñó un castaño que había junto a la iglesia, decía que debería tener mil años, su tronco espectacular recogía un tesoro en su interior y que muy pocos conocen. Un hombre había esculpido en el interior de su tronco hueco una imagen de la virgen y un rosario, aparte de algunos animales más en el tronco exterior. Ese árbol era mágico, un símbolo. Nos contaba el hombre cuanta hambre les quitó a él y a sus hermanos después de la guerra, cuando madrugaban para recoger las castañas caídas por la noche para poder recogerlas los primeros… Y decimos que estamos en crisis… Esperemos no tener que llegar a esto de nuevo.

De ahí ellos se fueron por carretera a sobrado dos Monxes, nosotros camino. Fue una travesía muy bonita, paisaje rural rural y bucólico, encontramos a una pareja ya mayorcita (al menos lo aparentaban) que apenas hablaban bien el castellano con un niño (Iván) que nos miraba desde sus 8 o 9 años con los ojos muy abiertos y como si fuera los primeros extraterrestres que ve en su vida. No hablaba, solo nos observaba con nuestras ropas chillonas de ciclista y los chubasqueros, allí perdidos en medio de ningún sitio, como si fuéramos seres de otro mundo. Luego padecimos un cuestonaco de tres kilómetros donde hubo que apretar culo y algo más. Yo el último lo hice caminando.
A partir de ahí bajamos por carretera en mal estado y comenzó a llover con ganas, el agua helada que nos dejó las piernas congeladas. De ahí paseo por paisajes verdes, castillos, eucaliptos… hasta la cruz y por carretera a

SOBRADO DOS MONXES. Así con mayúscula. Había leído que era un sitio mágico. Y lo es. Qué hermoso monasterio, que pax, como está escrita en su puerta de entrada. Es como entrar en El Nombre de la Rosa, es volver al pasado, es entrar en el misterio y la vida de hace siglos. El conjunto arquitectónico es notable pero aparte hay algo más. No me preguntéis qué es. Recuerdo que al día siguiente tuve que volver para recoger una manta para Manolo y me encontré a un hermano. Le dije lo mágico que me resultó el monasterio y él me preguntó por qué (como Mouriño). Le dije que hay cosas que no se pueden explicar, que solo se pueden sentir.

Tiene un primer claustro (llamado de los peregrinos) donde está el alojamiento, ls duchas, la cocina y el comedor. El hospitalero era un viejo diablo de Ronda con bastantes malas pulgas y algo déspota que impone su santa voluntad y con el que conviene no tener enfrentamientos. Asistimos a varios de ellos con peregrinos y unos chicos que tiene de ayudantes. Está enfermo de diabetes, malísima circulación y ya le han cortado un par de dedos… pero sigue sin cuidarse y le gusta el vino. Mala combinación con la diabetes. Ya lo he padecido este año y me trajo recuerdo bastante duros.

Luego fuimos a comer y Manolo y supersuraña llegaron a lo justo porque de dos y media a cuatro y media cierran las puertas y no se puede salir. Allí Manolo dio los primeros síntomas. Se encontraba mareado, pero lo achacamos al cansancio. Verás como cuando comas te encuentras mejor. Nos pusimos de caldo hasta la colcha, luego pollo frito y chupitos de orujo… él seguía mareado. Siesta y sesión de fotos. Hay otro claustro que es una maravilla, la antigua cocina un verdadero espectáculo y la iglesia… el no va más. No tiene decoración, ni santos, ni adornos…NADA. Solo una cruz preside el altar desnudo y dos filas de bancos en la nave principal. Las paredes húmedas y con verdín en algunos ángulos. Silencio y paz, el resonar de los pasos que se propagan en el eco de la tarde, misterio y silencio. Dos capillas que son espectaculares, sobre todo una. Sobrecogedor pasear por esa iglesia desnuda y auténtica, piedra, y un halo de misticismo encerrado entre cuatro paredes. Algo que marca, un recuerdo imborrable.

Luego asistimos al oficio de vísperas, que era cantado. Veintidós monjes alrededor de un pequeño altar en la segunda planta, uno japonés, otro chino o de por ahí, cantando las bendiciones de San Benito (son monjes cistercienses) y diversos cánticos. Yo pegué un pequeño cabezazo para regocijo del niño pero es que allí calentitos, la barriga llena, cansados, los cantos… y porque no había Sofía que si no pego una trecha somnolítica de campeonato. Pero muy bonito.

Manuel seguía con mareos. Fuimos a comprar y preparamos unos espaguetis con tomate y atún, ensalada y fruta. Mañana era el último día, la guinda del pastel, nos espera la plaza del Obradoiro, la Catedral, Santiago. Manolo seguía con mareos… Llamamos a la ambulancia y nos llevó al pueblo de al lado donde le visitaron, le hicieron pruebas de tensión, glucemia… y todo estaba bien. Un ATS le trabajó las cervicales por si el mareo venía de allí… pero como no le vieron nada importante lo pasaportaron para el albergue de nuevo.

Este ha sido un día mágico, sobre todo por el monasterio. Independientemente de las creencias de cada uno es cierto que hay lugares que tienen un halo especial. Supongo que entrar en una pirámide egipcia, en la Mezquita de Córdoba, en el Vaticano…se sienten cosas parecidas. Son lugares únicos donde todo es diferente por su historia, su fe, lo que ha supuesto para millones de personas. Para mí este sitio es especial. Sobrado dos Monxes, un lugar al que regresar.

















































































































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